La Inteligencia Artificial también se teje - Adriana Páez Pino
La Inteligencia Artificial también se teje - Adriana Páez Pino

Publicación semanal de la serie Descubriendo la IA en el trabajo en LinkedIn, también disponible en IAvanza.co
Una imagen que me detuvo
En esta edición de Descubriendo la IA en el trabajo, me encontré con una imagen que me obligó a detenerme: una pieza tejida con fibras naturales, entrelazada con un teclado, tornillos y cables. No parecía una obra sobre tecnología, pero lo era.
Vi texturas ásperas, materiales oxidados, teclas fuera de lugar. Y todo parecía hablar, sin palabras, de los bordes donde conviven lo manual y lo digital. No era solo un objeto intervenido. Era un mensaje en forma de materia: el pasado y el presente superpuestos, sin jerarquía.
La obra es de Zoarinivo Razakaratimo, conocida como Madame Zo, una artista de Madagascar que trabaja con sisal y objetos cotidianos. En esta pieza, atrapó un teclado dentro del tejido como quien encierra una pregunta urgente:
¿Qué está quedando por fuera del relato tecnológico?
Me hizo pensar en cuántas veces se nos ha presentado la tecnología como algo limpio, preciso, frío. Cuando en realidad se construye con manos, con cuerpos, con decisiones. Cuando tantas veces ha sido tejida en sentido literal y simbólico por mujeres que no siempre aparecen en la historia oficial de la innovación.
Y entonces surgió la pregunta que da inicio a este texto:
¿Desde dónde estamos construyendo el futuro tecnológico?
Y más aún: ¿quiénes lo están tejiendo sin ser reconocidas?
Un recuerdo perforado
Esa imagen me detuvo no solo por su rareza, sino por lo que evocaba. No era la tecnología pulcra que solemos imaginar. No tenía pantallas, ni brillo, ni precisión. Era áspera, manual, enredada. Y, sin embargo, era profundamente tecnológica.
Como ingeniera, he visto de cerca cómo se construyen los sistemas, cómo se diseña, cómo se prueba. Pero también sé que existen otras formas de crear conocimiento tecnológico que rara vez se reconocen: desde el trabajo cotidiano, el cuidado, la organización, la intuición. No todo lo que impulsa el desarrollo digital pasa por laboratorios o líneas de código.
La obra también me llevó a un recuerdo de infancia. Mi papá trabajaba con tarjetas perforadas y, algunas veces, nos llevaba a su oficina. Mi hermano y yo jugábamos a perforarlas, a correrlas por la máquina. Nos parecía que estábamos haciendo algo importante. Pero al final del día, no era nada. No sabíamos qué significaban. Solo imitábamos gestos sin entender el lenguaje.
Con el tiempo y estudiando ingeniería lo entendí:
Teníamos acceso al sistema, pero no el control.
Estábamos cerca, pero no en el centro.
Lo técnico nos rodeaba, pero no nos pertenecía.
Y esa sensación no era solo mía.
Era y sigue siendo la de muchas mujeres.
Porque incluso cuando estamos en la escena tecnológica, no siempre se nos reconoce como protagonistas.
El telar como metáfora del presente
Ver ese telar con un teclado fue también ver una historia no contada.
Durante mucho tiempo, lo técnico y lo artesanal se han presentado como opuestos. Lo uno vinculado al progreso; lo otro, a lo doméstico. Lo uno entendido como innovación; lo otro, como tradición. Pero esa dicotomía es falsa.
La tecnología no nace en el vacío, ni exclusivamente desde laboratorios o patentes. Se construye con saberes múltiples, muchos de los cuales han sido históricamente desvalorizados.
Tejer, por ejemplo, no es solo una actividad manual. Es una forma de organizar el pensamiento, de establecer patrones, de traducir ideas en estructuras visibles. No es casualidad que las primeras tarjetas perforadas base del cómputo moderno se hayan inspirado en telares.
Esta obra no habla explícitamente de IA. Pero nos lleva a ella.
Nos recuerda que también hay inteligencia en lo invisible, en lo no nombrado, en aquello que nunca se asoció con lo “tecnológico”.
Y que si queremos construir un futuro con inteligencia artificial más justo y más humano, tenemos que ampliar la mirada sobre qué entendemos por inteligencia… y quién tiene derecho a representarla.
Las mujeres siempre hemos estado aquí. Y seguimos tejiendo futuro.
Esa obra me tocó no solo porque me hizo pensar en el pasado. Me recordó mi propio camino.
Llevo años trabajando para visibilizar a las mujeres en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Y cada espacio que hemos abierto desde los libros de Matilda, hasta la Cátedra Abierta Latinoamericana Matilda y hoy con la Red Hemisférica Somos Lideresas ha sido un intento por nombrar lo que siempre ha estado: nuestra presencia.
No empezamos de cero con la inteligencia artificial.
Muchas ya venimos desde antes: sosteniendo, formando, creando.
Lo que cambia ahora es que tenemos la oportunidad de ocupar otros lugares. De entender cómo se construye esta nueva capa tecnológica y decidir con conciencia cómo queremos estar allí.
He venido tejiendo redes entre mujeres de distintos países, generaciones y disciplinas.
Hilos que no siempre se ven, pero que han sostenido espacios, proyectos, alianzas y nuevos lenguajes.
Como en esa obra: fibras distintas, cruzadas, a veces tensionadas, pero que juntas dan forma a un tejido colectivo.
Hoy sueño con ver a más mujeres en la inteligencia artificial.
No como invitadas, sino como protagonistas.
No solo como usuarias, sino como diseñadoras del sistema.
Porque si no tejemos nosotras el futuro que queremos, alguien más lo hará por nosotras.
Tejer el futuro también es elegir dónde estar
La inteligencia artificial no es una promesa lejana. Ya está aquí.
Y nos exige algo más que comprensión técnica: nos llama a preguntarnos qué lugar queremos ocupar en su desarrollo.
No se trata solo de aprender a usar nuevas herramientas.
Se trata de decidir cómo las incorporamos a nuestra vida, a nuestro trabajo, a nuestras conversaciones… sin perder lo que somos.
Frente a esa obra —hecha de fibras, teclas y tiempo— recordé que el futuro no se diseña solo desde laboratorios o algoritmos.
También se teje. Con memoria. Con decisión. Con voz propia.
Si este texto te resonó y estás buscando un espacio donde acercarte a la inteligencia artificial desde lo cotidiano, en lenguaje claro, con propósito y desde la experiencia de otras mujeres, te invito a conocer IAvanza Mujeres.
Una propuesta que nace de una convicción profunda:
el futuro tecnológico también debe construirse desde lo que hemos sido, lo que ya sabemos y lo que decidimos transformar.
❓ Y tú…
¿Qué parte del futuro estás tejiendo con la tecnología que tienes en tus manos?
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