¿Y si el jefe es un algoritmo?
Adriana Páez Pino
¿Y si el jefe es un algoritmo?
Adriana Páez Pino

Este blog nace inspirado en el estudio Pulse of Work 2025, publicado en junio de este año por GoTo y Workplace Intelligence . Al leerlo, encontré datos que confirman algo que llevo tiempo observando: la inteligencia artificial ya no solo acompaña nuestras tareas, empieza a redefinir la experiencia completa del trabajo.
El informe muestra que para más de la mitad de los empleados la oficina física podría quedar obsoleta, y que muchos prefieren inversión en IA antes que en beneficios presenciales. No se trata solo de cifras; es la señal de un cambio cultural que merece ser analizado con cuidado.
Hoy en Descubriendo la IA en el trabajo quiero detenerme en lo que realmente significan estos hallazgos: ¿cómo cambia la relación entre personas y organizaciones cuando la IA no es solo herramienta, sino estructura? ¿Qué desafíos y oportunidades abre este escenario para el liderazgo y para quienes buscamos trabajar con propósito en un entorno en transformación?
La oficina en transformación
El Pulse of Work 2025 se basa en una encuesta global realizada entre febrero y abril de 2025, con la participación de 2.500 personas, entre profesionales del conocimiento y líderes de TI en países como EE. UU., México, Brasil, Alemania e India.
Uno de los hallazgos más reveladores es que el 51 % de los empleados considera que la IA hará obsoletas las oficinas físicas. Sin embargo, el debate ya no es binario. La pandemia transformó la manera de trabajar y consolidó al modelo remoto como opción viable y preferida por muchos. Hoy la discusión no es si necesitamos oficina, sino para qué.
El estudio también refleja tensiones importantes. El 62 % de los empleados cree que la IA ha sido sobrevalorada, aunque el 86 % admite que aún no la usa plenamente. Y, sin embargo, cuando la aplican, reconocen beneficios concretos:
- 71 % percibe mejora en el equilibrio vida–trabajo.
- 66 % mayor capacidad de trabajar desde cualquier lugar.
- 65 % mejor atención al cliente desde casa.
Estos resultados muestran que el potencial está presente, pero todavía falta integrar estas herramientas en la práctica diaria.
El debate sobre la oficina ya no se centra en la presencia física, sino en los resultados. En América Latina, donde todavía suele asociarse compromiso con horas de oficina, el tema adquiere un matiz particular. Para algunas personas, el trabajo remoto ha significado más flexibilidad e incluso la posibilidad de combinar empleos; para otras, ha sido la oportunidad de priorizar la vida personal. Más que conclusiones definitivas, lo que emerge es una transformación cultural sobre cómo entendemos la relación entre presencia, productividad y sentido del trabajo.
La pregunta es inevitable: ¿seguiremos aferrados al símbolo de la oficina o empezaremos a valorar de verdad los resultados que generamos?
La IA como “nuevo gerente” o mentor
El estudio revela un fenómeno que va más allá de la productividad: cada vez más personas sobre todo de generaciones más jóvenes, acuden a la IA para resolver dudas que antes llevaban a un jefe o a un colega de confianza. Desde redactar un correo hasta preparar una conversación difícil, la IA se convierte en un espacio donde practicar, equivocarse y buscar seguridad.
Este hallazgo es revelador. La IA no solo acelera tareas, también empieza a ocupar un rol de apoyo emocional y pedagógico. No juzga, no interrumpe, no minimiza las preguntas. Para algunos, se convierte en ese “mentor silencioso” al que se puede acudir sin miedo.
Lo interesante es que este cambio no significa falta de interés en la interacción humana, sino que evidencia algo más profundo: muchos entornos laborales no ofrecen espacios seguros para aprender, comunicarse y equivocarse.
Aquí surge un debate clave: si la IA comienza a llenar ese vacío de mentoría y guía,
¿qué deben hacer los líderes para seguir siendo relevantes? ¿Estamos preparando a las personas para crecer con acompañamiento humano, o estamos dejando que la tecnología ocupe ese lugar por defecto?
Un fenómeno intergeneracional
Aunque solemos asociar el uso de la IA con la Generación Z, los datos muestran una realidad más amplia. El 90 % de los trabajadores de la Gen Z y el 84 % de los millennials afirman que la IA ha mejorado su productividad en entornos remotos. Pero también más de siete de cada diez empleados de la Generación X y de los baby boomers reportan lo mismo.
Este hallazgo derriba el mito de que la IA es “solo para nativos digitales”. La tecnología está siendo adoptada también por quienes tienen décadas de experiencia laboral. Para muchos, representa la posibilidad de mantenerse actualizados, trabajar con mayor flexibilidad y aportar valor desde cualquier lugar.
En este sentido, la IA se convierte en un puente generacional: ofrece a los más jóvenes una guía práctica y un espacio de aprendizaje, y a los más experimentados, una herramienta para prolongar su vigencia profesional en un mundo que cambia rápido.
La reflexión para las organizaciones es clara:
¿estamos preparadas para aprovechar este potencial intergeneracional de la IA, en lugar de reforzar divisiones que ya no tienen sentido?
La brecha cultural entre líderes y empleados
El estudio revela una contradicción que debería encender alertas en cualquier organización. El 91 % de los líderes de TI cree que la IA se está utilizando de manera efectiva para apoyar a los equipos remotos e híbridos, pero solo el 53 % de los empleados está de acuerdo.
Esta diferencia no es un simple desfase de percepciones; es un problema cultural. Cuando quienes toman decisiones sienten que el tema ya está resuelto, mientras que quienes trabajan día a día lo ven insuficiente o inconsistente, la confianza interna empieza a erosionarse. La desconexión entre expectativas y experiencia real genera frustración, resistencia y, en última instancia, pérdida de compromiso.
La IA, en este punto, se convierte en un espejo de liderazgo. No basta con implementar tecnología; es necesario acompañar su adopción con formación, escucha activa y comunicación transparente. De lo contrario, los líderes corren el riesgo de pensar que “todo está en orden”, cuando en realidad los equipos siguen navegando un entorno lleno de dudas y vacíos de apoyo.
En contextos con estructuras jerárquicas más marcadas como ocurre en muchas organizaciones latinoamericanas esta brecha puede ampliarse aún más si no se gestiona con cuidado.
La pregunta no es técnica, es profundamente organizacional:
¿cómo logramos que la IA sea un puente de confianza y no un nuevo motivo de distancia entre líderes y equipos?
La conexión humana
Los hallazgos del Pulse of Work 2025 muestran que la IA está ocupando espacios que antes pertenecían a gerentes, mentores o colegas: ofrece guía, retroalimentación e incluso un lugar percibido como seguro para aprender. Este cambio, aunque valioso en términos de autonomía y eficiencia, también plantea un riesgo silencioso: que la conexión humana en el trabajo se debilite sin que lo notemos.
La inquietud no es tecnológica, sino cultural. ¿Qué significa un “buen trabajo” cuando la oficina puede volverse opcional y la figura de apoyo es un algoritmo? ¿Estamos dispuestos a delegar no solo tareas, sino también confianza, acompañamiento y crecimiento en una herramienta digital?
La IA abre posibilidades inmensas para hacer más ágil y flexible la vida laboral. Pero el verdadero reto está en decidir qué queremos conservar como esencialmente humano: la empatía, la visión compartida, la mentoría que inspira, la capacidad de leer matices que ningún modelo puede anticipar.
La cuestión de fondo es cultural: ¿qué queremos conservar y qué estamos dispuestos a cambiar?
El Pulse of Work 2025 confirma que la inteligencia artificial ya no es un accesorio del trabajo: está moldeando la forma, el lugar y el sentido mismo de nuestras dinámicas laborales. Pero más allá de las cifras, lo que emerge es pensar:
¿qué queremos conservar como humano en este nuevo escenario?
La IA puede aportar flexibilidad, productividad y hasta un espacio de confianza. Sin embargo, el liderazgo, la empatía, la capacidad de inspirar y la construcción de propósito siguen siendo responsabilidades humanas.
En mi opinión, el futuro del trabajo no se medirá solo por las herramientas que adoptemos, sino por las decisiones que tomemos sobre los valores y conexiones que preservamos en medio de la transformación.
Como profesionales, tenemos la oportunidad de decidir cómo usamos la IA: ¿como sustituto de lo humano o como complemento que nos permita crecer?
Los leo en los comentarios: ¿qué rol debería ocupar para ustedes la IA en el futuro del trabajo?
#ObjetivoEmpleo #LinkedInNoticiasAméricaLatina #IA #FuturoDelTrabajo #Innovación #TecnologíaConPropósito #IAvanza #adrianapaezpino